El nido

Presentamos el nido. La choza – casa – oficina – sala de trabajo, de lectura, de juego, de mates y actividad. Este nido nos contendrá día y noche, en los viajes y estadías.

Construida de manera autogestionada, con nuestras manos y herramientas. Nace para alojar los proyectos. Apenas unas semanas antes de que la cuarentena se declarara, comenzamos el trabajo.

Podemos decirles que hemos tenido un proceso de autoencierro entretenido, trabajoso, mañoso, dedicado y estudiado. Compartimos algunas imágenes y palabras del proceso, porque las palabras a semejante cosa, ¡quedan re cortas!

El propósito encontró lugar.

La familia Bertola nos prestó la carpintería de Tito, de las primeras en Rio Tercero. En su época, las manos y la cabeza inagotablemente imaginativa del abuelo Tito abasteció a media ciudad y alrededores con sus muebles. Entre máquinas inventadas, aire de abuelazgo y sostén familiar, empezó a hacerse lugar la quimera. ¡Gracias, siempre!

¡Arremangate!

La vejez llega y nos aquieta. Esto lo vimos en Tito, y aunque su sueño sigue siendo fabricar nuevas sillas, la realidad es más compleja: máquinas que se fueron rompiendo, la tecnología sobre lo artesanal, la electricidad instalada a lo cinta y alambre, roedores amantes de madera empezaban su coartada y así, el gran galpón debía más de una década de limpieza, manutención y amor. Adivinen quiénes dijeron ¡Listos ya!

No fuimos las primeras aves.

Si hay que creer en las señales, ¡tuvimos varias! Pues en los pequeños recovecos y huecos del techo, varios nidos y gorriones dejaron ver su habitar. Hay vida para rato.

Comienzo.

De los primeros días, en verano. Empezamos a habitar la casa y la carpintería. Ordenando herramientas, aportando trabajo diario. ¡Si habremos respirado polvillo! ¡Hasta poesías surgieron para el aserrín!

¿Por dónde empezar?

Esto nos va a llevar varios días – pensamos y calmamos al espíritu innovador que no paraba de limpiar en todo el día. Tomamos la decisión de ir alternando el trabajo. Orden y limpieza con construcción. ¿Por dónde empezamos? ¡por subir!. Está clarísimo que lo que más queremos, es subirnos al techo, tirar el colchón y ver las estrellas, todas las noches, de todos los cielos.

Listo el portaequipaje.

¿Primer ítem de la construcción? Palomita. Montaje para paneles solares y escalera al techo: hecho.

Gracias a la luz.

Porque lo es, porque la trae como rayo donde sea que la cosa se trabe o se astille. Porque nos amamos y viajamos unidos, nos elegimos para ello en esta Vida. ¡Grande es el aguante de Vicente! Gracias pequeño dragón.

Desmontaje.

Desarmar para armar. Deshacer para rehacer. Deconstruir para construir. De los procesos que venimos llevando estos años, este es un reflejo más.

Aislamiento.

Paredes y techo. Y luego, la madera. Elegimos ese material para trabajar y para interactuar. La madera nos cubre, nos dá el color de la tierra, revela la firmeza en la flexibilidad, la nobleza de la sencillez. ¡Metele madera, maderita, recta, con formita, reciclada y encontrada!

Proceso.

Cada cosa lleva su tiempo. Paso a paso: banco que es cama, ventanas de barco, mueble que es biblioteca, alacenas para poca ropa y entre armar y armar, toma color madera corazón.

Instalaciones.

De agua, de gas. Tanques para todo tipo de aguas, mangueras de todos los tamaños, paneles y rejillas de ventilación. Sistemas en instalación y la cabeza de Seba que sigue piensa que te piensa… ¡Grande Rojo!

Colectivo A-Nido