Algunos aportes desde lo trabajado en la Convención de Malabares 2022. Miramar de Ansenuza, Córdoba – Argentina
Desde Colectivo A-Nido (compuesto por una pedagoga y dos malabaristas docentes) sostenemos insistentemente que no hay curso más potente para formarse como docente que la propia práctica y la reflexión sobre de la misma. Así comenzó por el año 2013 el trabajo de A-Nido, donde Eugenia Peirone acompañaba las prácticas de Sebastián Rojo como docente de malabares e improvisación.
La observación de clases, el diálogo sobre las propuestas de enseñanza, sus aciertos y desatinos, y la reflexión sobre los procesos educativos que se ponían en movimiento, eran centro del trabajo compartido. Desde entonces e integrando la visión de Vladimir Charkot al equipo, se impulsa un modo de pensar la docencia, que nace y brota en medio del quehacer propio del rol.
Dicho de otro modo, podríamos pensar, ¿cómo aprendemos a caminar? Caminando. Poniendo al cuerpo en alerta a cada paso. Pues lo mismo para enseñar ¿Cómo aprendemos a transmitir? Transmitiendo. Poniendo alerta a lo que sucede en la trasmisión, para poder tomar decisiones pedagógicas con libertad de acción y llevar la propuesta adelante.
Ahora bien, cuando comenzamos este camino de la reflexión y auto observación, no podemos hacerlo solos, es necesario un otre. Un otre que sea otro par de ojos y escucha. Un otre que pueda abrazar la clase y sentir por dónde está yendo la cosa. Un otre que acompañe el trabajo. Un otre con quién luego sea posible conversar sobre lo que sucedido y lo que no, lo que quería que pase tanto como lo que no vi que pasó. Un otre que acerque mayor objetividad, pues a veces, por estar encarnando el rol docente y meterse en la clase, las cosas se atropellan y nos llevan por delante dentro del proceso. Ese otre es un par. Se lo llama “pareja pedagógica”.
Suele suceder que la pareja pedagógica es un apoyo grande cuando algo en la logística no funciona bien, o cuando para coordinar el grupo de participantes de la clase se precisa colaboración. Ahora, ¿Qué pasa con la pareja cuando hay que poner sobre la mesa potencialidades y dificultades? Generalmente, las primeras nos sirven de halagos y nos fortalecen en el camino de la docencia. Las segundas, cuesta un poco más recibirlas. Pues, en lugar de verlo como aquello sobre lo cual trabajar internamente para mejorar mi práctica, se lo recibe como un error que “el otro”, “la pareja”, vió y ante lo cual suele despertar la necesidad de “defensa”.
Esto sucede a veces, y, esas veces, son celebración. Pues la pedagogía cumple su principio de incomodar y sacudir la práctica, lo naturalizado en ella. Busca mejorar, transformar, ofrecer herramientas- ¿miradas? ¿Palabras? - para indagar en la propia práctica y desde allí, crecer. Este año, en abril precisamente, se llevó adelante la Cam 2022. Convención argentina de malabares. En Ansenuza, Miramar, provincia de Córdoba.
Y como colectivo de trabajo, ofrecimos el servicio de acompañar algunas prácticas docentes que compartieron seminarios en el evento. Un trabajo que agradecemos profundamente. Pues implica a cada docente abrir su casa/clase. Recibir a ese otre para autoobservar su práctica. Implica disposición a revisarse. Y no es poca, ni liviana cosa. Es un ejercicio que a menudo, incomoda, hace tambalear. Así que gracias por subirse a la propuesta Maite y Panda.
Aquí compartimos las retroalimentaciones que convidaron a A – Nido por su trabajo de par pedagógico. Esta publicación se realiza con sus permisos. ¿Por qué publicarlas? Porque la palabra de valor la lleva cada docente y el grupo que participa. Quienes están ahí, malabareando la escena/clase.
El primer texto es de Maite Fernández en pareja con Sebastián Rojo. El segundo corresponde a Panda, en pareja con Vladimir Charkot. Ambas devoluciones, cada cual, desde su singularidad, arrojan una mirada que tomamos para seguir anidando. Gracias. Un amor compartir. Leanlos a ellxs .
Experiencia de Seminario en la CAM22: Devolución
Contener en la mirada Alojar espacio al observar
La terceridad de mi propia mirada
La propuesta de ser observada mientras diera mi seminario me provocó entusiasmo. Me interesó la posibilidad, con espíritu de juego también, de lograr un registro simultáneo. Un habitar múltiple. Más de una perspectiva a la vez al servicio de una misma experiencia de transmisión.
Por otro lado, estuvo interesante enterarse de la consigna estando ya en la convención, si bien aconteció sorpresivo, permitió que el seminario fuera escrito, imaginado, pensado sin una predisposición a ser observado.
Además, destaco que ese acompañamiento al seminario se expresó también como apoyo, ayuda, asistencia en diferentes instancias pequeñas, cotidianas, del quehacer para abrir y cerrar la clase (como trasladar a los alumnos, establecer el contacto con la responsable del SUM, cuestiones técnicas del espacio, etc.). Desde allí mi trabajo al momento de dar las clases se manifestó espontáneo. No actuaba considerando qué estaba siendo observado. Aun sabiendo que mi experiencia habitaba dentro de otra experiencia. Actué con entrega.
La presencia de Sebastián adquiría texturas armónicas a las dinámicas del seminario, desde quietudes de observador casi invisible a sutiles acercamientos para marcas breves, o un poco más directo para alguna intervención puntual. Su incorporación a las rondas de cierre de cada clase se dio de manera espontánea, cómodamente. A la vez las rondas fueron tomando la forma de breves meditaciones. Si bien su presencia promueve gran apertura de canal, en ningún momento sentí que yo perdiera mi posición o rol de guía en la clase. Se percibía mutuo respeto.
De errores y aciertos
El primer día de seminario fue el que permitió mayor extracción de material de ajuste. Algunas cuestiones contundentes que podían acomodarse mejor, y que dieron lugar al devenir del segundo y tercer día como experiencias en continuidad con esa claridad ganada. Esas posibles mejoras fueron advertidas en forma de comentarios y conversaciones fluidas con Sebastián durante o al final de la clase. En esa dinámica fuimos poniendo palabras a situaciones notadas por él desde ese “afuera” que tenían algún correlato de sensación en mi experiencia desde “adentro”. Así ubico dos de estos hallazgos como fundamentales.
1 - Era necesario atender los estados de transmisión. La transición entre momentos que correspondían al material teórico / sentido de la razón, y los que correspondían al otro pensar / vivencia / estar en. Yo había podido escuchar los cambios de estado como interrumpiéndose en el transcurso de la clase, pero sin espacio o tiempo suficiente en mí como para imaginar / desplegar otra forma posible. Expresé después esta sensación como “una clase planificada mecánicamente”. Una especie de tensión interna entre la transmisión de un saber vivo y la planificación pensada en una lógica cronometrada, una suma de contenidos alternándolos sin atender (o descuidando) sensaciones. Tomé la sugerencia de Sebastián de buscar una modificación en el orden del material, o adaptar la guía de un ejercicio a la estructuración de ese material teórico, para no presentar teoría y práctica como instancias tan disociadas.
2 - Una intervención en tiempo real. La posibilidad de detener un ejercicio si no se está produciendo la vivencia; para comenzarlo nuevamente. Retomar de cero. Comenzar desde las indicaciones primeras. Si detecto que “esto no es”. “No es” en nosotros, docente y estudiantes, detectar que algo ahí no está sucediendo en ese común-estar. Yo lograba sentir esa ausencia, pero no nacían en mí alternativas de acción. Mi razón explicaba: mejorar el ejercicio la próxima vez. Sebastián acercó una posibilidad en ese momento, escuché unos minutos, tomé ese posible, interrumpí el ejercicio para retomarlo de cero con más claridad. Celebré el acierto.
Continuidades y profundizaciones
Como mencioné más arriba, el segundo y tercer día se expresaron como continuidad. La dinámica de transiciones y el cuidado por los estados lograban un acontecer de la clase más homogéneo. Sin embargo, aunque menos estructurado, puedo detallar algunas anotaciones como descubrimientos o reactualizaciones en la práctica.
Centré mi interés en conducir con la palabra, inducir estados del cuerpo a través de mi voz sin interrupción del pensamiento mecánico. Clarifiqué los momentos de pausa en el trabajo. Me apuntalé en la claridad para transmitir desde un estado sostenido. Al respecto Sebastián me acerco observaciones, como detectar cierta musicalidad en mi enunciación, el detenimiento para encontrar cada palabra en el momento adecuado, y a la vez cómo hacer de eso un recurso para la potencia y evitar posibles ansiedades en los oyentes al introducir tantos silencios dentro de una oración, o al invertir las construcciones semánticas de las oraciones; lo cual puede demorar la comprensión. Si bien esa característica adviene en mí como formas de pensamiento singulares y me sirvo de ella para producir efectos de escritura o estéticos; es importante notar que ese estilo personal puede ajustarse para mejores aciertos en la transmisión.
La detección de las necesidades particulares para cada sensibilidad o estado de conciencia. Habitar el trabajo minucioso, artesanal que solicita cada cuerpo que está atravesando la experiencia. Algunos requieren mayor intervención para el hacer, otros para el no hacer, algunos requieren mayor cantidad de palabras o intervenciones, otros menos, etc. Ambos reconocimos esa característica en mi despliegue como docente.
La espera ante el resultado buscado en un ejercicio y el cuidado de las indicaciones. Especialmente el tercer día en el trabajo de “trasposición de objeto”, que está centrado en el vínculo con la clava. Ese ejercicio puntual requirió de mí mucha atención y cuidado en el pasaje de la vivencia somática interna a la expresión de movimiento incluyendo el objeto. Una clava encarna en sí al malabarista, arma y propone un cuerpo, un diseño kinestésico. Uno de los objetivos del seminario era desandar esas rigideces, descomponer esa solidificación para abrirse a lo posible o desconocido para un cuerpo en su experimentación sensible del espacio, el tiempo, la textura y el movimiento. Por eso tenía que estar atenta a desviar las prácticas de lugares mecánicos, y también tuve que esperar un tiempo prolongado para ver los efectos de ese pasaje adentro / afuera, incluso con la incertidumbre de si devendría efectivamente el efecto buscado. Nuevamente, las observaciones que Sebastián me hizo durante o después de la clase fueron muy atentas a servir en esa dirección. A detener un ejercicio si no fue logrado el estado, a volver a enunciar una indicación, incluso a corregirla, si el objeto había ganado demasiado terreno. A distinguir lo más claro posible cuándo un cuerpo es movido por su experiencia sensible interna, o cuando es movido (llamado) desde el externo, tironeado, descentrado.
Últimos comentarios
En los cierres de cada jornada se presentó espontáneamente un espacio de ronda para la reflexión y/o meditación. Ese tiempo se mostró abierto y fértil para escuchar qué hablaba en los alumnos, y para apuntalar la experiencia en la comprensión mediante el diálogo. La presencia de Sebastián brindó claridad al momento reflexivo, por presencia de aquello que oye en la práctica de la conversación (esto es una intuición). Eventualmente se veía, se manifestaba, salto de comprensión en algún cuerpo, alguna mente, al conectar una vivencia con la vibración de una palabra nueva, viva. Pequeños destellos en la práctica.
Lo vital de cuidar, ser cuidadoso, estar cuidando. Cuando la propuesta, la experiencia implica desafío, conmoverse, remover espacios quietos para abrir otros; la amorosidad y el cuidado en lo que se está haciendo habilita el canal de transmisión. Escuchar es una condición para el rol docente. Ese fue el entorno del seminario, el espacio mental del trabajo. La observación de la observación. También destaco el intento continuo y mutuo de acercamiento a través del uso de las palabras. Tomar o servirse de las palabras del otro para aplicarlas a los mismos efectos, para producir cercanías y aciertos en la experiencia.
Por último, expreso un enorme agradecimiento, la experiencia fue formadora en dimensiones que escapaban a mi expectativa. Lo sigue siendo.
Maite Fernández
** Las palabras que selecciono intentan claridad, se comportan fijando verdades para transmitir pensamiento que deviene extraído de la experiencia en sentido retroactivo. Una vez leídas diluir sus átomos nuevamente.
Devolver. Doy a conocer lo que devino luego y mientras sucedía el acompañamiento.
Lo que subyace constante, es un cálido agradecer hacia la propuesta. Siempre con atención y buena comunicación hacia mi persona.
Tu presencia fue silenciosa y discreta. Había entendido, por una charla previa, que ibas a intervenir con propuestas y sentí que hubo una propuesta de escucha y de registro (dentro de las horas del seminario)…
Por otro lado, entiendo que saber con mayor profundidad el por qué del proyecto, ¿para qué formar formadorxs? ¿Y documentarlo? …
No logro recordar si se explicitó un fundamento de la esencia del proyecto.
Destaco la entrega, el compromiso y el cumplimiento de lo dicho. Siendo este un gran nutriente de la experiencia…
…Brilla en mi memoria el bonito encuentro!…
Lo más importante para devolver:
Mí pedido de que se siga haciendo este enorme y necesario trabajo.
Panda